Mi loba

Li. Perdóname si me equivoco en las decisiones que tome a partir de mañana en adelante, errar es de humanos. Sé que me perdonarías absolutamente todo, pero yo no, yo no me perdonaría absolutamente nada que conlleve perderte.

Cuando vi la película de “La princesa Mononoke” comprendí el vínculo entre la diosa de los lobos y la humana. Vi nuestro vínculo. Vi una madre loba que tenía una hija humana. Entonces nos vi a nosotras, de diferente especie pero de la misma manada. Sin nada que ver pero siéndolo todo.

Te amo con locura pequeña, han pasado diez años desde que vi tu hocico blanco asomando por la cocina nada más llegar del instituto. Han pasado diez años desde que decidí aislarme de la sociedad para pasar tiempo contigo. Porque tú, vida mía, me comprendías y conocías mejor que nadie sin necesidad de comunicarnos con palabras.

Si te pasa algo Li, no voy a saber perdonarme, algo me dice que mañana mi corazón se va a partir, sé que el rojo intenso acabará siendo granate, y del granate pasará al negro. Llevo un mes no queriendo que llegue mañana y llevo toda tu vida temiendo este momento.

Siempre decidiré salvarte la vida, a no ser que eso implique tu sufrimiento. Entonces callaré y firmaré. Y te abrazaré y acariciaré hasta que duermas, para siempre, entre mis brazos.

El verdadero amor es el nuestro. Te he amado con locura toda tu vida y, que sepas, que te amaré todo lo que quede de la mía cuando ya no estés.

Siempre seremos de nuestra propia manada. Dos hembras alfa.