Claro que hay hombres buenos. Hubo una vez un hombre que me llamó lluvia y me besó. «Besé a la lluvia bajo la lluvia» me dijo. Con esos ojos, esos que tanto son. Siguen siendo, a pesar del tiempo agotador.
Siempre fui muy mía, muy fría y le calé hasta los huesos. Muy lluvia. Muy tibia. Muy de mar. Y hace unos días volví a verle, caminando bajo la lluvia, mi lluvia, nuestra lluvia. Pero esta vez llevaba un paraguas, una coraza. Sólo pude empapar su alrededor pero él, a él nunca volvería a romperle el corazón.
Y aquí estoy, haciendo charcos donde los niños puedan jugar, precipitando mi dolor desde las nubes. Chocando una y otra vez contra el mismo paraguas. Aquel que un día… me vio ser y besó todo mi ser.
He vuelto. Creo que ha pasado mucho tiempo desde la última vez.