«El poder que tienen algunas palabras siempre me ha fascinado. Una palabra puede soldar o destruir, invocar el odio o el amor, regalar alegría o tristeza. De hecho, pienso que faltan expresiones más concretas para ciertas cosas. ¿Existe algún término para referirse a los hilitos que sobresalen de la ropa? ¿O al momento exacto en el que dos personas están a punto de besarse? ¿O para remarcar las últimas palabras dichas antes de morir?«
– El mapa de los anhelos, de Alice Kellen.
El sol está a punto de dormir. Las montañas se alzan en el lienzo violeta que es ahora el cielo. Y la luna tiene un brillo especial. ¿Realmente necesitamos ponerle nombre a todo?, ¿necesitamos tantas expresiones para cosas que no sabemos expresar? Creo y me reafirmo en su innecesariedad.
Para que poner principio y fin a algo que no tiene por qué tener límites. Por qué expresar algo que puede sentirse y ya. ¿Acaso existe un término para expresar el momento exacto en el que una persona se empieza a enamorar pero aún no lo sabe?, ¿pudiera eso empezar con la «a» de «amor«?, ¿con la «e» de «enamorarse«? No, mejor dejarla ser sin ser una expresión. Que su mera existencia radique en sentirlo y no en un cúmulo de letras.
Valoro enormemente el valor de las palabras. Casi no cabe en un cuerpo tan pequeño como el mío. Casi no cabe en esta hormiga que soy para la tierra. También valoro aquello que no nombramos, aquello que no somos capaces de expresar con una palabra, aquello que requiere el silencio, el sentimiento y una buena conversación.
Aquello que siento cuando el atardecer se cuela por tus ojos, en ese bosque inmenso y cálido. Ese sentimiento que torpemente soy capaz de expresar, ese sentimiento que se escapa a las palabras y al pensamiento común. Porque es mío, solo mío y todo para mi. No hay expresión para ello y me niego a crearla. Y no sé qué pensarán las águilas pero siento su volar, siento cómo sin vértigo sobrevuelan las montañas. Lo siento absolutamente todo. Ese poder, esa magia terrenal. Esas alas que da la naturaleza sin pedir nada a cambio.
Sigue haciéndome volar.
Por cierto, querido lector. ¿Sabes ya lo que significa «petricor«? ¿acaso no es un error garrafal expresar su significado?