¿No es acaso la mejor estación para leer novelas de comedias románticas?, ¿no es acaso la mejor estación para enamorarse y perder la razón?
Qué tendrá el verano, supongo que el sol tenga mucho, muchísimo, que ver. Calienta el alma y creo que saca lo mejor de nosotros, nuestras ganas de compartir la vida, de reír, de zambullirnos en la mar y enterrar los pies en la arena.
Qué magia tendrá el salitre, que parece que se cuela por cada poro de nuestra piel, llegando, llenando y sanando el alma. Qué razón tuvo el que aseguró que el mar todo lo cura.
Qué tendrán los atardeceres en sudadera y pantalones cortos que se cuelan por nuestros ojos y los llenan de calidez, recuerdos y paz. Los atardeceres del verano son un billete para viajar al pasado durante una brevedad y volver al presente con esperanza, calma y resquemor.
Una limonada en la mano y las olas rompiendo en mis pies, la playa desierta y la lengua echando chispas. La garganta ardiente y los ojos apretados por la acidez del limón. Y una sonrisa por esa sensación tan veraniega. Y los labios saben a sal, a la sal de pasar la tarde como un pez en el agua.
Corro hacia la toalla para coger el móvil y coger su mano. Pongo música y le invito a bailar. ¿Me concedes este baile? La respuesta es un sí rotundo. ¿Cómo ibas a decirme que no a pisarme los pies, hacerme reír y hacerme girar hasta perder el norte?, ¿Cómo ibas a decirme que no a reírnos como enanos?, ¿Cómo ibas a decirme que no a vivir este amor tan nuestro?
El calor de tu cuerpo se cuela entre mis dedos. Entonces pones una flor en mi pelo y mis pecas resaltan en el rojo de mis mejillas. Otro verano juntos, otro verano nuestro, otro verano que suma a nuestra historia de amor.
Os invito a bailar, entre montañas, águilas y la mar. Os invito a vivir el amor como si fuera el último, como si fuera agua y estuvieras muerta de sed. Os invito a encontrar todo aquello que os haga vibrar como el sol hace vibrar el atardecer entre tonos naranjas, violetas y azules.
Un pedacito de felicidad está ahí.