«y me di cuenta de que estaba vacía, pero mi habitación tenía unas vistas preciosas»
Vacía yo, la habitación estaba llena de muebles. Así que pensé, ¿si cierro los ojos también tendré las mejores vistas? Así que soñé, durante horas en mi mundo, escasos minutos en el tuyo, viajé por todos los continentes, probé cada cultura, me dejé llevar por la libertad, no cogí ningún vuelo solo tenía que imaginar, crucé los siete mares (y alguno que otro más), me desnudé en una catarata y desperté.
Tengo las mejores vistas, me dije. Pero aún así sigo sintiéndome vacía, entonces te conocí. Bueno, primero de todo te miré a los ojos, después te conocí, luego sin querer sentí. Y, de la noche a la mañana (aunque no fue así), me enamoré de ti. Amé. Y es que ese es el por qué de «de la noche a la mañana», la diferencia está en amar. Un día estás vacía al día siguiente no. En el momento que amas, ya estás llena.
Entonces tuve las mejores vistas, tanto dormida como despierta, veía pasar huracanes frente a mi ventana, tempestades, soles espléndidos, noches gélidas y días funestos. Pero siempre tenía vistas, siempre había algo que mirar. Y me pregunto, ¿y si todo tiene que ver contigo?, ¿y cuando tú no estés?, ¿no habrá vistas o me quedaré yo ciega?