«Mientras deslizaba los ojos por mi cara con tanta intensidad, me di cuenta de algo importante: la sensación de libertad me había seguido hasta allí. Vivía en mi interior. También comprendí el significado de una palabra que realmente nunca había entendido hasta ese momento: Hogar. El hogar no es un lugar, es una persona, o puede que varias, depende».
Suena Sam Hunt, Sinning with you.
Últimamente todos los libros que leo me llevan a ti, a nuestras personalidades y nuestra historia. Tal vez este loca pero pedí a la vida, a las energías, que me enviaran una señal, que si eras tú, se demostrara. Y lo hizo, se demostró.
Recibí un mensaje, uno que me puso tan nerviosa que no parecía ni yo. No sé por qué siempre me has vuelto un poco loca… Entonces cogí el coche, puse Imagine Dragons y canté, canté a medianoche, mientras conducía un poco rápido (para qué negarlo) pero es que ese camino puedo hacerle con los ojos cerrados, en coche o a pie. Todas las veces que he hecho ese camino he sido inmensamente feliz.
En cuanto te vi me lancé a tus brazos, te abracé fuerte, muy fuerte. Y te pedí lo de siempre, «por favor, levántate y dame un abrazo de oso, por fa, por fa, por fa». Sonreíste. Como sonríes siempre que te muestro mi faceta más infantil, más niña, más pícara. Me triscó la espalda.
Y de pronto todo era luz, todo mi interior iluminaba tus ojos, toda yo irradiaba la felicidad que me provocaba estar contigo, que me provoca, que siempre me provocará. Anoche fuimos uno, un caos, una galerna y finalmente, paz.
Me puse tu sudadera, cuánto me encantaba hacerlo y sin saber por qué. «¿Qué tal me queda?», te pregunté. Te quedaste callado, y me miraste ladeado, con una sonrisa no inmensa, pero llena de significado. Nos miramos a los ojos, nos quedamos callados, estoy segura de que sabíamos los pensamientos del uno sobre el otro. Nos conocíamos tan bien, teníamos esa confianza, ese equilibrio, esa plenitud de saber que estábamos hechos el uno para el otro.
Y rompiste el silencio. Siempre lo haces cuando averiguo lo que sientes. Lo hiciste de una forma muy sutil, muy tuya, y supiste que no valía de nada ocultarme las cosas. Porque yo te conocía tan bien como me conocías tú a mi.
Voy a dejarme llevar, a dejarme fluir, voy a estar preparada en todo momento para lo que el destino quiera hacer con nuestra historia. Y sí, voy a hacer todo lo posible por escribirla, porque sea nuestra. Me encantas.
He acabado de leer «tú y otros desastres naturales», ¿qué libro vendrá ahora? Uno que se esconde dentro del primero, una recomendación del autor cuya protagonista se llama Sarah. Se avecina otra historia de amor que volverá a recordarme a ti. Que me hará imaginarte… ¿En cuántos de los libros que he leído nos hemos encontrado? Desde que te conocí en todos y cada uno de ellos. Y antes de conocerte no sabía que fueras a ser lo que siempre había leído, lo que siempre he querido, lo que me llena y me hace sentir tan viva.