lo cura, locura

Lo que lea a continuación bien podía ser una fábula, con su moraleja final. Sin embargo carece de final, por lo tanto también de una moraleja completa. También puede ser una leyenda, puesto que tiene partes ficticias y partes de la realidad. No obstante, no es una leyenda ya que no ha viajado por los siglos de los siglos. Simplemente es un mar de lágrimas, y el mar todo lo cura y locura. Te cura cuando lloras y locura cuando amas.

Para entrar a esta historia solo tienes que descalzarte y darme la mano, y una vez hayas acabado de leerla cierra los ojos y siéntela, siente la historia y siéntela a ella.

El remedio casero más conocido para curar las heridas, para desinfectarlas, siempre fue la mezcla del agua y la sal. La receta sigue el mismo patrón con el paso del tiempo, si te duele, ve a la playa.

Antes de nada quisiera decir que no es que la gente cambie, es el corazón crece y con él el humano que lo porta. Somos una continua metamorfosis. Crisálidas a las que un día, de repente, sienten una presión en el pecho y una corazonada que les cambiará la vida.

A partir de aquí da comienzo la historia:

Me encontraba en una playa completamente desierta, el pelo me rozaba los hoyuelos de la espalda y aunque fuera invierno y estuviera desnuda, no tenía frío. Detrás de mi estaban las rocas y frente a mis ojos, estaban los tuyos rompiendo como olas enfurecidas. Tragué saliva y respiré, procurando calmar la bravura que tenía dentro, no por odio hacia ti, ni por furia, sino precisamente por todo lo contrario.

Por verte, tenerte a solo un beso de distancia, desataba en mi lo que para el mar era una galerna. Y, ¿cómo se controla eso? No lo sé, pero algo dentro de mi sabe que no soy domadora de bestias y que a estas alturas, lo último que haría sería domar aquello que me hace sentir, y sentirme viva.

No articulé palabra, mi piel estaba completamente seca, cuando de pronto, sin que el mar me rozara, empecé a calarme hasta los huesos. El agua salía de dentro, de dentro de mi, entonces lo supe. Supe que expuesta a ti rara vez sabía expresar lo que sentía, pero mi corazón se derretía.

No, mejor aún, mi corazón nunca fue hielo, yo nunca fui fría, no somos lo que un día nos hicieron, simplemente construimos muros a nuestro alrededor, nos protegemos, construimos muros porque no sabemos gestionar el dolor. Claro que algo se derretía dentro de mi en tu presencia, mis muros, y claro que me quedaba completamente desnuda. Porque una parte de mi que nace de dentro, no te temía, mi corazón. Sin embargo mi cabeza, mi cabeza sí, pero, ¿sabes qué? Es muy fácil controlar la cabeza, no es indomable ni una bestia, es tan compleja como variable, y solo el propio individuo puede regirla.

Pero mi corazón… mi corazón se lanzó de lleno a tus ojos, se desnudó, volvió a tu pecho y fue sincero en todas y cada una de sus palabras. Se preguntó, ¿por qué temer, por qué esconderse, por qué no soltar lo que llevo dentro en vez de dejar que pese tanto? Y lo hizo.

Lloró, lloré mucho, me desperté con los ojos hinchados y la sensación de tener un abismo que empezaba en mi garganta. Te esperé porque así lo quise, no te debía nada pero fui incapaz de volver a sentir nada por nadie, fui incapaz de hacer mil y una locuras. Lo que hice fue sanarme y aceptar lo que sentía, vi el hilo rojo que nos unía y pensé que si eras tú la vida nos volvería a juntar.

Quién sabe donde, quién sabe cuando, pero algún día nuestros ojos se volverán a cruzar. Mentiría si dijera que no he pensado en ti todos los días, mentiría si dijera que no te quiero, que dejé de hacerlo. Mentiría si por un momento dejara de ser tan sincera como he sido, y tú sabrías que mentiría con solo mirarme a los ojos.

No tengo el corazón roto, le tengo lleno de lo más bonito que he sentido nunca, le tengo triste por cada error y feliz por cada recuerdo. A veces le encuentro llorándote, echándote de menos y otras reviviendo los momentos que nos hicieron felices, viéndolos como si de su película favorita se tratara.

Un día lloré y cayeron mis lágrimas en las manos, noté el contraste del calor de mis lágrimas al frío de mis manos. Entonces me di cuenta que lo que tenía dentro, que lo que estaba llorando era fuego, era ardiente porque era amor, pero por fuera estaba helada, porque mi piel es mi primer muro. Pero las lágrimas… las lágrimas vienen de dentro, salen directas del corazón y caen en el mundo. En un mundo donde parezco fría, porque nadie sabe lo que tengo dentro.

Entonces el mar se calmó y tú desapareciste, si el mar todo lo cura y tú eres el mar dime por favor cómo me curo, porque esto es todo locura. Si me preguntan lo negaré todo, lo negarán mis muros, lo negaré con todo lo que pueda, pero… nunca lo negarán mis ojos. Porque no puedo negar lo que refleja mi alma.

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