de la grieta a florecer

Hoy he venido a remendarme, sin embargo no sé coser, y todos sabemos que los parches o los apaños superficiales acaban cayéndose, los acabas perdiendo en Dios sabe dónde (pero descuida, que no los vuelves a encontrar).

Llevo tiempo leyendo sobre conectar con nuestro origen, con nuestro lado más salvaje y en un principio lo veía una estupidez, hasta que hoy, rota en mil pedazos, descosida y deshilachada, he sentido esa llamada; ese instinto florecer de mis grietas. Un brote verde, trémulo y tímido, indeciso e inseguro. Mientras caminaba por el bosque he querido descalzarme, hacerme cosquillas en los pies, sentir el rocío, el frío y el frescor que desprende la madre tierra. ¿Y sabéis qué? Me he sentido como en casa. He hecho de la tierra mi hogar, he empezado a amarla, pero amarla de verdad no como cuando lo pregonas pero ahí se queda, no, esto ha sido íntimo. Entre ella y yo.

Hoy, mi parte más salvaje ha gritado por encima del corazón, hasta la razón se ha quedado perpleja. Y la vida de verme tan libre, tan rota y con tantas ganas de ser feliz me ha dado un sol resplandeciente que ha besado cada poro de mi piel. Haciéndome el amor, haciéndome suya, devolviéndome mi mía. Hoy soy yo, mañana no sé qué seré pero… qué sola he estado.

Cuando me he visto era toda ruinas, un hogar deshabitado y descuidado, donde había humedad, polvo, muebles raídos y cuadros hechos añicos, de repente me he encontrado dentro de mis ruinas, sin la venda de los ojos. Sin la ceguera que me ha amado durante años, hoy ha dejado de amarme. Me he dejado tanto… tan sola, tan vacía, tan nada de lo que yo era (o quise ser).

Pero, me encantan los peros porque pueden ser demoledores o estar llenos de esperanza, este es de los últimos. Pero, he vuelto a mi, he vuelto a casa y he visto que en las paredes húmedas había grietas, grietas con brotes verdes, con vida dentro. Sólo ha carecido de sentido lo material, sigue habiendo vida, sigo viva en mi.

Así que me he seguido descalza, y he regado mis grietas, crecerán las yedras, las rosas, los girasoles y todo aquello que me llene, me llene de vida, de oxígeno y me haga plena, plena como la felicidad de amarse más que a nadie.

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