(todo esto mientras Tarry y Arizona observan las gaviotas no sé si con hambre o con la admiración de que sean libres y tengan alas)
Hay demasiada infoxicación y, a su vez, demasiada ignorancia enlatada. Nos hemos limitado a saber y hemos olvidado conocer, vivir. Hemos olvidado nuestra esencia y como seres sin esencia nos limitamos a creer tras una pantalla la realidad modificada e interesada que quieren que creamos. Quizá la nueva religión esté en twitter, o en el apartado de noticias de facebook. Quizá la nueva religión vuelva a ocupar un sitio que no debe y perturbe a las personalidades más enfermas.
¿Acaso no es así? Quien tiene tendencia a, acaba haciéndolo. Ahora más que nunca es necesaria una desconexión, es necesario volver a conocer y amar la tierra una vez estemos en las raíces. Se necesita un contacto terrenal con el medio, que establezca conexiones más allá de lo efímero, porque el tacto es el tacto, implica realidad.
Olvidamos tocar, y queremos que nos toquen por lo que una pantalla dice que somos, por quienes precisamente, todos pecamos de no ser. ¿Quién es real en la red?, ¿quién no es como otro? Equivocados estamos si descargamos todas nuestras frustraciones en nuestra belleza externa, en una mejor sonrisa, en unos ojos más iluminados o unos pómulos prominentes. Es terrible a la par que trágico que nos dejemos llevar de esta manera por un mar de bits.
Desconexión y desintoxicación. Es necesaria, es inevitable, es. Y si no es implica un tipo de muerte, una muerte en vida y una pérdida del ser. Lo peor, es que esta muerte es tu propia decisión. ¿Decían que la muerte llegaba así, sin más? Depende de cuál, claro está.
La solución está en el primer rayo de luz del alba, en la brisa de una noche de verano, en el olor de las cerezas o la sensación interior de paz. Sí, todo está en los pequeños detalles que surgen día tras día e ignoramos por ser, precisamente rutina. Por rutina y egoísmo, por ser yo y mi propio ombligo y después otra vez yo.
Mañana, cuando te levantes, mira el sol, cierra los ojos y siéntelo. Después, cuando salgas de casa vete a un bosque, respira hondo y deja que la vida llene tus pulmones. Si vas a la playa, toca la arena, deja que caiga por tu mano. Hemos de empezar por el principio, por la simpleza de lo natural.
Llevo varios días levantándome y ya no queriendo, sino necesitando ir al bosque más cercano. Es una asfixia muy curiosa que tiene que ser con mis ansias de libertad no saciadas. Hay un algo dentro de mi que pide, a gritos, salir. Después, el océano…
CONTINUARÁ