Cómo matar al corazón

Heme aquí, hay una parte de mi que no quiere seguir viviendo pero que mientras piense, seguirá existiendo. Esa parte es la que todos, alguna vez, hemos querido ver muerta. 

¿Morir de amor o que el amor muera?, ¿qué le diría la reina de corazones a un corazón?, ¿que le corten la cabeza? Sería maravilloso poder estar presente frente al filo de esa guillotina y contradicción. Es como danzar al son de la picardía en una canción francesa. Como esperar que  un libro nos cambie la vida. Como dejar de imaginar y seguir soñando. 

Y mientras tanto la amargura del té negro se desliza por un cuerpo humano tan roto que en cualquier momento van a salir ríos por sus poros. Y los poros, en tragedia desembocarán. Después vendrá la sal, con las lágrimas. 

Más tarde estarás en la profundidad de tu océano, sentada en tu habitación de tres metros cuadrados, y te preguntará una parte de ti que conoces perfectamente pero suele estar en tercera persona ¿hasta qué punto eres capaz de llegar para congelar todo sentimiento que albergues? Fría como el hielo.

Quedaría bien ese un cubito de hielo en un whisky escocés, los labios rojos como metáfora de la pasión y las pestañas tan largas como el camino del odio desde que da sus frutos dentro de un niño. La única solución es y será el frío, no temas porque seguirás respirando, pero no sintiendo. 

Y no fueron felices, porque ella no sentía. A su salud, supongo

2 comentarios sobre “Cómo matar al corazón

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