Comparte una historia aquí:
Claro que la realidad supera a la ficción, aunque a veces no sepamos contarlo como lo hace un escritor. Obviamos detalles, emociones, olores, sensaciones… nos quedamos con el esqueleto y alguna que otra parte divertida, haciendo que lo demás sea supérfluo porque «qué más da, seguro que suena cursi«.
Puedes contar una mierda y hacerla una gran historia, o hacer de una gran historia una verdadera mierda. Todo depende de c a d a palabra que utilices. Y cada capítulo de nuestra novela puede ser realmente significante, realmente hermoso por muy desgraciado que sea. Claro que la realidad supera la ficción, siempre lo recalcaré porque no hago más que vivirlo y no leerlo.
_____ Todo empezó con muchas prisas, muchas ganas, los nervios previos a un viaje con los amigos, la felicidad que cada aventura tiene la capacidad de hacerte sentir. Adrenalina por incertidumbre, por emoción, para vivir sin soñar (pero no te olvides de lo último). Así pues emprendimos un viaje de amigos, cinco jóvenes que se van de casa seis días, para salir de la monotonía de la misma ciudad de siempre, las mismas personas de siempre, las mismas emociones de siempre.
Yo te aconsejo viajar, conocer, amar. Ama cuánto quieras, mientras disfrutas del viaje. Toma aire fresco, con otro olor. Este olía a desierto, nos íbamos al sur de un país precioso con una política corrompida y políticos corruptos. Vaya, creo que eso no suena nada cursi.
Más de siete horas por delante, uno que se duerme, otro que ríe, el que siempre conduce y el que prefiere su música así que cambia la que está, por favor. Teníamos ganas de todo, sobre todo de reír, de volver llenos de historias, cansados a más no poder de un viaje agotador. Así que disfrutamos de la música, bailamos, reímos, nos tumbamos al sol y respiramos hasta que los pulmones no pudieron más. Vivimos como niños, despertándonos cada mañana por tanto calor. Los norteños nunca nos acostumbraremos al sur.
Fuimos a Almería, a un festival, estuvo guay. Fin.
¿Ves? Ahí esta la diferencia de todo en la vida, todo con pasión sabe mejor. Y fueron felices, y volvieron felices, y a las 4 de la madrugada estaban tirados en una gasolinera cerrada, con 40 km en el depósito, de reserva. Había otra gasolinera a 23 km, con servicio 24 horas. No sabíamos qué hacer, aún no habíamos entrado en Cantabria y podíamos quedarnos tirados en mitad del bosque, a la intemperie y acecho de vete tú a saber qué monstruo.
Pero nos arriesgamos, aunque hubo un mal presagio y es que el coche no arrancó a la primera. No, no vamos. Esperemos a que esta gasolinera en la que estamos tirados abra, «tal vez nunca abra». ¿Nos arriesgamos? Venga vamos. Y volvimos a casa a las 7 de la mañana, sin saber si cenar o desayunar.