sería el ingenuo, el idiota,
el mayor necio
que hiciera de tu cuerpo poesía,
de la prosa hasta tus besos
y en tus versos dormiría,
abrazado a ti,
a tu rabia
a tu ira
a cada gota de sudor de nuestros cuerpos
lamiendo las heridas de guerra,
nuestra guerra,
de pieles, de cañones, de amarte hasta que duela,
de soñarte, estar a punto de rozarte y despertar,
de verte soñar, pero no conmigo.
Esa guerra en la que mi alma
acabó siendo un trozo de tierra conquistada
Mía,
algo que nunca seréis,
porque tú no eres de nadie y,
mi alma, es sólo tuya.
Yo sólo soy aquel que cogería mil veces la pluma,
que te recorrería con los dedos llenos de tinta,
y sólo me mancharía el corazón.
Haciendo de él un borrón, y dime tú,
¿se puede hacer con el corazón lo que con los folios,
cambiarlo por uno nuevo, más blanco, más puro,
más nuevo?
Y así mil veces te haría la guerra.