Una historia de amor tiene un final feliz, la nuestra tuvo dos
Perdóname por no ser de esas personas que son capaces de confiar las veces que haga falta por amor, las que vuelven a caer. Perdóname, de verdad, quizá sería precioso volverlo a intentar, volverme a enamorar o darme cuenta de que nunca dejé de estarlo, pero ya no soy la hormiga que podía levantar 20 veces su peso para seguir adelante. Decidí vaciarme las entrañas, tripas, corazón, de tripas corazón, de corazón tripas y de las cenizas resurgí yo.
Digamos que todo el mundo vive, por lo que acaba convirtiéndose en un cúmulo de experiencias bastante inspirador. Y realmente estamos hechos no sólo del material del que se hacen los sueños, sino también de lo que construyen en nuestro interior las historias de amor.
Y yo viví, mi historia, mis historias y cuando te miré a los ojos y me vi desde dentro, supe que mi lugar estaba ahí fuera, en el punto más alto donde llegan los pies y puede verse la ciudad. En las alturas de algún lugar donde siempre hay alguien que dice «mira a las personas, parecen hormigas«, así que miré al hormiguero desde lejos y me dije, yo no le pertenezco. Ni a él ni a ellos. No sé lo que es amar un hogar y mucho menos quiero amar en un hormiguero.
Pero es fascinante ver como desde lo lejos las cosas cambian, la percepción hace que personas y ciudades se vean pequeñas aunque esa capacidad no la tiene el corazón. Yo era pequeña para el mundo, una hormiga más, con una historia más grande que mil galaxias y más vacía que un agujero negro.
Todo era tan terrenal que me consumía, así que me arranqué del pecho el sentimiento más terrenal y seguí para adelante, vacía, repito. Y una vez en lo más alto, sentí el viento en la cara y las ganas de volar aún a sabiendas de ser consciente de no tener alas. Así es como cerré los ojos y me tiré al vacío de mi abismo.
Salí del hormiguero y me precipité, siempre caigo en el error de precipitarme, pero esta vez me precipité al vacío, al vacío de mi ego, y tocaré fondo cuando me encuentre, y una vez encontrada ya veré si merece la pena subir a la superficie y volver a amar, o ser el ser menos terrenal que jamás se ha conocido.
Preciosa entrada. Te felicito. Un saludo 🙂
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Muchas gracias Yai 🙂 me alegra que te haya gustado
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