Entonces para el viento y comienza a llover. Lluvia. Tú eres algo así, como el viento que de pronto para, que cuando creo que te he olvidado, vuelvo a llover. Disculpa, hay tantas veces que me duele ser humana.
Entonces se vistió de rojo, como una rosa. Pétalo a pétalo. Me quiere, no me quiere. ¿Te quieres tú? Y espinas. Que se clavan. Y ya no sangras, solo vives, y ya no lloras, solo aprendes. Es totalmente comprensible que antes de amar duela.
Hoy en día todos los corazones tienen espinas. Amar duele y qué hipócrita sueno cuando digo «amen» y soy la primera que se arrancaría el corazón del pecho. Perdóname si no sé querer. Esta historia es así:
tú el rocío y yo la rosa. Yo la rosa y tú el rocío. Siempre precipitándome en ti. Precipitándome contigo.