Podíamos sentirnos liberados, exentos de responsabilidad u oídos para cualquier petición de una boca sedienta. Como el cielo de conciencia etérea y vida finita, tan humano como los ojos que lo miran. Y aquí estamos, enfadados con el mundo en un apocalipsis intrínseco tan cabezota como tú cuando te quedas con la miel en los labios y quieres más.
Somos jaulas llenas de pájaros y por supuesto que sabemos volar, solo hay que soñar desde el edificio más alto. ¿He dicho soñar? Quería decir volar. Estamos hechos de la misma materia que los sueños ¿y qué soñador no vuela, respira bajo el agua o es inmortal? Solo es un paso al frente y dejarse llevar, jugar con el viento aquí y allá.