Paper towns, paper people…

Creo que no eres quien compra un libro, sino que es él quien te compra a ti, te elige por la sencilla razón de «lo que sientes al tenerlo entre tus manos». Es él quien te hace sentir, y ¡ay! cuántos me han robado el corazón.

Ayer decidí necesitaba un capricho y ese era el idóneo. Por lo que fui a la librería y me fijé, por extraño que parezca, en algo que no eran libros. Clavé los ojos en cada persona que estaba siendo escogida en su sección predilecta. La mía es la de aventuras, fantasía y ciencia ficción y, al ser posible, lengua extranjera. Pero no sé por qué acabé en la sección romántica, quizá estoy enamorada y fue un impulso casual, quién sabe (no obstante, más tarde me contradigo).

La cuestión es que acabé allí, con una mueca y sin saber qué sinopsis estaba leyendo porque estaba más pendiente de la chica que estaba a mi vera. Pequeñita, con los ojos del color de la miel y el pelo cayendo por sus hombros, tenía un rostro dulce, tanto como la novela de amor que estaba leyendo.

Fue entonces cuando vi más allá de su portada y me pregunté, ¿quién y qué será lo que la lleva a buscar un libro de amor?, ¿y por qué yo busco uno de aventuras?

El vaivén de su pecho era relajado y su lectura imperturbable, era una lectora sencilla. Y tal vez una persona que buscaba amor. Sus ojeras podían delatar muchas cosas, las desconozco porque ni tan siquiera sé su nombre, pero sus manos, sus manos eligieron un libro de amor.

Por mi parte ya no sé si siento o no, ni por qué los libros de aventura se quedan conmigo. Quizá por mi necesidad de huir, de que mi corazón no pertenezca nunca a ninguna parte y mi nombre baile lenta y pausadamente en cada lar. No ser de nadie y condenarme a no sentir. ¿Y por qué? Sinceramente no lo sé, no he vivido tanto para tomar esa decisión.

Quizá fue culpa de esa chica o mi corazón se equivocó de estante o tal vez fue un impulso, pero. Solo sé que acabé en la sección romántica cogiendo un libro de amor sobre una chica que desaparece y se convierte en un misterio. ¿Casualidad? Quién sabe. Pero cuando cogí el libro tuve uno de esos escalofríos que se asemejan al roce de la piel. Y su magia me hizo dudar, de mi.